Teniendo en cuenta que, en la educación infantil, el niño empieza a construir su personalidad, su autoestima o sus propios valores, apostamos por un aprendizaje experiencial, incluyendo el juego y la interacción. Esto permite al alumno disfrutar de un proceso inmersivo que le permite implicar cualquier tipo de conocimiento, como el intuitivo, el empírico o el lógico-matemático.